Admirose un portugués de ver que en su tierna infancia todos los niños en Francia supiesen hablar francés. «Arte diabólica es», dijo, torciendo el mostacho, «que para hablar en gabacho, un fidalgo en Portugal llega a viejo, y lo habla mal; y aquí lo parla un muchacho».
Poesía del siglo XVIII, edición de
John H. R. Polt.