Lorca osciló entre la tradición popular andaluza y las vanguardias
en una trayectoria que evolucionó hacia un equilibrio entre ambas.
El anhelo de amor es una constante en su producción, como en
estos poemas:
Es verdad
¡Ay, qué trabajo me cuesta quererte como te quiero!
Por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero.
¿Quién me compraría a mí este cintillo que tengo y esta tristeza de hilo blanco, para hacer pañuelos?
¡Ay, qué trabajo me cuesta quererte como te quiero!
Federico García Lorca, Canciones,
1921-1924, Alianza Editorial.
Gacela del amor desesperado
La noche no quiere venir para que tú no vengas, ni yo pueda ir.
Pero yo iré, aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tú vendrás con la lengua quemada por la lluvia de sal.
El día no quiere venir para que tú no vengas ni yo pueda ir.
Pero yo iré entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás por las turbias cloacas de la oscuridad.
Ni la noche ni el día quieren venir para que por ti muera y tú mueras por mí.
Federico García Lorca, Diván del Tamarit,
Llanto por Ignacio Sánchez Mejías; Sonetos, Cátedra.