El camino
 

En El camino, Miguel Delibes nos habla del ciclo de la vida y de todo
lo que conlleva crecer. Los personajes, como el protagonista Daniel,
el Mochuelo, son de los que no se olvidan.

 A Daniel el Mochuelo, le duró el nombre lo que la primera infancia. Ya en
la escuela dejó de llamarse Daniel. […] Es verdad que era curioso y todo
cuanto le rodeaba lo encontraba nuevo y digno de consideración.
La escuela, como es natural, le llamó la atención más que otras cosas, y
más que la escuela en sí, el maestro, y su boca inquieta e incansable y
sus negras y espesas patillas de bandolero.

Germán, el hijo del zapatero, fue quien primero reparó en su modo de mirar
las cosas. Un modo de mirar las cosas atento, concienzudo e insaciable.

—Fijaos —dijo—; lo mira todo como si le asustase.
Y todos le miraron con mortificante detenimiento.

—Y tiene los ojos verdes y redondos como los gatos. […]
Otro precisó aún más y fue el que dio en el clavo:
—Mira lo mismo que un mochuelo.

Y con Mochuelo se quedó. […] Su padre luchó un poco por conservar su
antiguo nombre […], pero fue en balde. […] Una cosa vana. […]

Aquel pueblo administraba el sacramento del bautismo con una pródiga
y mordaz desconsideración.


                                                            Miguel Delibes, El camino, Destino.