«Oda a Francisco Salinas», de Fray Luis de León    

Fray Luis de León es un poeta del Renacimiento, movimiento artístico del
siglo XVI, que dedicó esta oda al músico ciego Francisco Salinas, que era
amigo suyo. En este poema, Fray Luis describe la sensación que
experimenta al oír la música de Salinas: su alma se libera ante su belleza
y busca a Dios.


El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música extremada
por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino,
el alma que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.

Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora,
el oro desconoce
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca engañadora.

Traspasa el aire todo,
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedora
música, que es de todas la primera.

Ve cómo el Gran Maestro,
a aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado
con que este eterno templo es sustentado.

Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta,
y entre ambos a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.

Aquí el alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente,
en él así se anega,
que ningún accidente
extraño o peregrino oye o siente.

¡Oh desmayo dichoso!
¡Oh muerte que das vida! ¡Oh dulce olvido!
¡Durase en tu reposo
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!

A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro,
que todo lo visible es triste lloro.

¡Oh, suene de continuo,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos,
quedando a lo demás adormecidos!