Fray Luis de León es un poeta del Renacimiento, movimiento artístico del
siglo XVI, que dedicó esta oda al músico ciego Francisco Salinas, que era
amigo suyo. En este poema, Fray Luis describe la sensación que
experimenta al oír la música de Salinas: su alma se libera ante su belleza
y busca a Dios.
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suena
la música extremada por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino,
el alma que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
Y como se conoce, en suerte y pensamientos se mejora, el oro desconoce que el vulgo vil adora,
la belleza caduca engañadora.
Traspasa el aire todo,
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo de no perecedora
música, que es de todas la primera.