En las obras del género narrativo, un narrador cuenta lo que les sucede a unos personajes a lo largo del tiempo en un lugar determinado y, generalmente, siguiendo una estructura determinada.
Ejemplo:
Celebración de la fantasía
Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca de Cuzco. Yo me había desprendido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando a lo lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la que tenía, porque la estaba usando en no sé qué aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano. Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que
exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas
de mugre y frío, pieles de
cuero quemado; había quien quería un cóndor y quien una serpiente, otros preferían
loritos o lechuzas,
y no faltaban los que pedían un fantasma o un dragón. Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alcanzaba más de medio metro del
suelo, me mostró un reloj dibujado con
tinta negra en su muñeca: —Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima —dijo. —¿Y anda bien? —le pregunté. —Atrasa un poco —reconoció.
Eduardo Galeano, Amares, Alianza Editorial.
Las obras narrativas pueden estar escritas en verso y, mayoritariamente, en prosa. Existen por tanto: